viernes, 31 de agosto de 2007

10h / 1000kms


Ese es el resumen de nuestra llegada a Madrid.
Ese día nos decidimos a realizar la ruta mas larga del viaje, más de 1000kms por autovia desde Nimes a Madrid. La verdad que no se nos hizo muy pesada, quizás los tramos de mucho viento en el sur de Francia en el que la moto bailaba “samba” cada vez que adelantábamos un camión.
En cualquier caso poco antes de las 8 de la tarde estábamos entrando en la R2 (espero que no tenga radares…).
El año que viene intentaremos un "iron butt" (http://www.ironbutt.org/)

Despedida en Zurich.


A la mañana siguiente, y después de ver que no paraba de llover en toda la noche, lo primero que hicimos fue comprar equipamiento para el agua.
Esa mañana nos separaríamos, Fernando se queda unos días más de ruta por Suiza.
Un momento triste que nos recordaba que este viaje estaba acabando.
Carlos y yo, partimos hacia Madrid.
Ese día hicimos mas de 600kms, atravesando Suiza y llegando a Nimes en Francia. Nos llovío casi todo el camino que hicimos hasta pasar Lyon con lo que no pudimos ir muy deprisa a pesar de que las autovias eran excepcionales.
Estábamos a poco mas de 1000kms de Madrid.

Épica llegada a Zurich







Salimos de Praga a eso de las 1300hs, después de una ración de turismo Express. Desde el taxi pudimos comprobar que en coche también se viaja cómodamente. Nos esperaban 800kms de ruta y algunos imprevistos.


Poco después de dejar Munich, empezó a llover, cada vez con mas intensidad. Tuvimos que pararnos debajo de un puente para abrigarnos y protegernos de la lluvia. No llevábamos traje de agua ninguno, por lo que poco podíamos protegernos.
La lluvia no dejaba de caer a veces con mucha intensidad. Decidimos seguir.
Para poder llegar a Zurich, debíamos atravesar unos pocos kms de Austria con sus innumerables túneles.
Fue al atravesar uno de ellos cuando la tormenta se había quedado atrás y nos invadió el optimismo. A pesar de que era de noche y quedaban 150kms sin lluvia llegaríamos a Zurich.
Continuamos el viaje, y a la salida de un túnel nos esperaba la tormenta. Fueron los peores momentos, estábamos a 70kms de Zurich y llovía como nunca. No sabemos lo que fue el diluvio universal pero debía parecerse a esto.



Para darle un toque interesante la niebla se apoderó de la carretera (estábamos ganando altura de camino a zurich) y los rayos iluminaban todo el cielo. No paramos, aunque no fue lo más prudente.
Fueron 70 u 80kms realmente épicos, completamente calados y conduciendo en las peores condiciones. No tuvimos mucho frío, pero seguramente sería porque estábamos tan pendientes de conducir que ni lo pensamos.







Finalmente llegamos a Zurich. Esa noche nos costó encontrar hotel y finalmente dormimos en el Splendid (adjuntamos publicidad...), un hotel con piano-bar realmente auténtico. Aún nos quedaron fuerzas para salir a cenar y brindar por haber llegado a Zurich.


Carreteras desiertas de camino a Praga

A la mañana siguiente no es que madrugáramos mucho, fruto sin duda de un raro dolor de cabeza que nos afectó por igual. Partimos con destino a Praga por la vía más corta y evitando en lo posible autovías. La carretera era bastante divertida, con zonas rápidas y boscosas que la hacían mas divertida.
La zona mas divertida fue sin duda a unos 90kms de Praga, una carretera desierta y paralela a la autovía que atravesaba zonas de bosques enormes y pueblos pequeños acompañados de un atardecer increíble. Las motos volaban por esas carreteras en las que no encontramos a casi nadie.
400kms después y ya de noche llegamos a Praga. Más bonita y más restaurada que Budapest, pero con menos encanto. Aquella noche nos dedicamos a dar una vuelta y a cruzar algunos de sus puentes.

Día de descanso en Cracovia (Krakow)




El día de descanso en Krakovia nos llevó a dedicar el día a saciar nuestras ansiedades culturales. Viajamos 90km hasta Auswich , para poder visitar el campo de concentración nazi mas famoso. La visita en sí consta de dos partes, un museo y el campo. Nosotros como vamos de turismo Express visitamos el campo primero y el museo después (al revés que todo el mundo) y sin guía.






La verdad que el campo es bastante grande y nos estremeció recordar lo que pasó aquí. Había muchos grupos de israelitas visitando el museo con banderas con la estrella de David. Nos sorprendió que cada grupo llevara un escolta armado. No entendemos por que era necesario.





Poco después visitamos la mina de Sal próxima a Krakow. Una autentica ración de borrego-turismo. La verdad que la mina en si no era lo que mas nos gustó del viaje.



Por la noche salimos a los bares más típicos de la ciudad y sufrimos otro desvelo incomprensible.

Atravesando Eslovaquia



Dejamos el hotel a eso de las 10 de la mañana y dimos una vuelta pequeña antes de poner rumbo a Polonia. Tomamos la E77, una carretera que prácticamente une Budapest con la Krakovia. La carretera atraviesa Eslovaquia, un país pequeño, pero con una rutas muy bonitas.



La ruta era realmente una delicia, una buena carretera, no demasiado tráfico y menos calor que otros días. Muy recomendable la visita al Castillo de Orava.



Fue sobre las 9 cuando entramos en Krakovia, una ciudad amurallada y con mucho ambiente, que nos recuerda un poco a ciudades universitarias como Salamanca o Granada.

Reparación y ruta a Budapest.

Fernando recuperó su moto poco antes de las 12 de la mañana y emprendimos ruta a Budapest. Fue un día caluroso y tomamos una ruta paralela a la autovía.
Varios meses antes cuando visitamos la oficina de turismo de Hungría nos comentaron que esa zona del país era lo más parecido al Amazonas que se podría encontrar en Europa. O bien el responsable de dicha oficina nunca había estado en el Amazonas o nunca había estado en dicha zona de Hungría, porque la verdad es que cualquier parecido entre el amazonas y ese parque nacional que atravesamos era mera coincidencia.
A eso de las 7 de la tarde llegamos al Hotel Atrium de Budapest, un hotel moderno y realmente recomendable. Esa noche la dedicamos a visitar una ciudad impresionante y a cenar en un japonés de “come todo lo que puedas” y con un carrito giratorio de platos.
Creo que con nosotros perdieron dinero. Mención especial al estupendo vino blanco húngaro que tomamos...

Avería en Hungría.

Como empezaba a ser habitual esa mañana madrugamos y empezamos la ruta lo antes posible, queríamos llegar a Budapest con tiempo para poder disfrutar de una ciudad tan increíble.
La salida de la frontera de Ucrania fue mas rápida gracias a que Fernando dejó caer los últimos billetes de moneda ucraniana que teníamos entre la documentación de su moto. Se debieron traspapelar, porque cuando nos devolvieron la documentación ya no estaban.

Entramos en Hungría y en pocos minutos las cosas cambiaron mucho, encontramos gasolineras modernas, carreteras bien asfaltadas,…
La alegría duró poco, unos 30km después de cruzar la frontera de Ucrania, la cadena de la Suzuki de Fernando no aguantó más y cedió en el eslabón que habíamos mal remachado unos días antes. Era necesario conseguir una grúa y llevar la moto a un taller.


Estábamos en un lugar bastante perdido de Hungría con un sol de justicia y en el que casi nadie hablaba otro idioma que el local. Después de varios intentos de explicar a las personas que vimos nuestra situación (con frases tan míticas como “motorbiken kaput”) conseguimos una grúa que llevó la moto a un taller a unos 35kms. En el taller de Suzuki hicieron un rápido diagnostico, había que arreglar el embrague y la cadena.


Nos sorprendió el trato tan profesional y tan excelente que nos dieron en el taller, en el que nos prometieron que la moto estaría de vuelta en la carretera en menos de 24h. Era necesario toma una pieza de una SV 650 para arreglar el embrague y remachar la cadena con eslabones nuevos, pero se conseguiría arreglar en el plazo previsto.
Esa noche no pudimos llegar a Budapest, así que dormimos en un hotel cercano al taller.

viernes, 24 de agosto de 2007

De ruta por Ucrania


En Ucrania se ven las cosas de forma diferente. No teníamos previsto estar más que un par de días por aquí, así que buscamos la mejor ruta posibe asesorados por los motoristas ucranianos que nos encontrábamos en el camino.


Elegimos una ruta que cruzaba gran parte de los montes del oeste de Ucrania y que nos llevaría bordeando un río cercano a la frontera con Hungría. La ruta era bastante divertida con un asfalto algo bacheado pero no tan malo como el de días previos en Rumania o en Bulgaria.



A los pocos kilómetros, y con un sol de justicia la policía nos detuvo parece ser que Carlos se había saltado un stop que alguien había puesto en mitad de una carretera y sin ningún sentido. La multa oficial era 100€ y la extraoficial 50€. Al final para no demorarnos pagamos la extraoficial y pudimos continuar, le estábamos cogiendo el gusto a esto de los pagos “irregulares”


Ese día no estábamos para muchos kilómetros, mucho calor y muchos baches asi que apenas hicimos 200km.




Cerca del hotel en el que dormimos encontramos otros motoristas, de nuevo una Ural del 60, esta vez con sidecar. Carlos y Fernando se han prometido volver a Ukrania y traerse una maravillosa Ural rusa.

jueves, 23 de agosto de 2007

Llegada a Ukrania.


Al día siguiente atravesamos la región de Moldavia. El recorrido nos llevó a través de unos bosques realmente preciosos. El paisaje era muy parecido al de Suiza y aunque la carretera era a veces bastante mala (incluso con tramos de ripio) mereció la pena el recorrido. Nuestro primer destino era el monasterio de Putre, aunque finalmente decidimos visitar otro monasterio (en donde por cierto, encontramos a otro personaje “peculiar”, curiosamente también de Barcelona).

Durante el camino nos paramos a conversar con unos motoristas Polacos bastante auténticos. Uno de ellos tenía una DR BIG totalmente tapizada en cuero y con todo tipo de adornos. Unos personajes realmente simpáticos y auténticos que habían pasado unos días montando en moto y durmiendo al raso.

Después de hacer la obligada visita a un monasterio bastante bucólico, decidimos que era el momento de cruzar la frontera de Ukrania. A pesar de que estábamos algo cansados y de que habíamos visto unos hoteles interesantes continuamos en dirección a Ukrania, al paso de Siret, cercano a la población de Civernici donde poco después pasaríamos la noche.


La frontera de Ukrania nos recordó a la de las películas de espías. Era lenta y tensa. Nos solicitaron toda la documentación (pasaportes, documentación de la moto, seguro…) Al rellenar la documentación nos trataron un poco displicentemente y el tiempo que estuvimos a la espera de pasar la aduana, pudimos estudiar como funcionaba todo el proceso. De entre todos los implicados en el paso aduanero, al que le cogimos mas cariño era un militar pequeñito al que apodamos cariñosamente el “chupagoles”. Este tipo graciosillo y orondo, no tenía ningún poder a la hora de tramitar los papeles, pero ponía la mano siempre que alguien estaba en apuros.
Al rato el oficial aduanero vio en nuestras caras que no íbamos a aceptar un “no” por respuesta y que estaríamos en la aduana el tiempo que fuera necesario y finalmente con un gesto de lamento decidió sellar nuestra documentación. Entrábamos en Ukrania.



Ukrania nos recibió con una autovía enorme, recta y solitaria a la que acompañaba una grandiosa puesta de sol. Atravesamos con una sonrisa interminable los primero kms de Ucrania sin prisas, disfrutando de haber llegado a este lugar. Los niños que jugaban en los laterales de las carreteras nos miraban con una cara de asombro indescriptible, sinceramente podrían haber aterrizado tres marcianitos verdes en una nave espacial y hubieran puesto la misma cara.



Del hotel de Civernici con baño compartido con el resto de los huéspedes y decorado en verde mejor no hablar, pero eso era lo de menos, estábamos en un país nuevo, desconocido y con la sensación de haber llegado a nuestro destino y de que a partir de entonces cada kilómetro nos acercaría más a casa.

De alguna parte de los Carpatos a Sinashagora y Georginhi.






Al día siguiente, decidimos desayunar prontito y salir corriendo de ese apestoso hotel de carretera, nos esperaban más de 400km de ruta por delante. La carretera mejoraba y el clima también. Encontramos un tramo que atraviesa un Parque Nacional con unos cortados impresionantes. En una parada nos encontramos a un ciclista de Barcelona, que andaba por esas carreteras de Dios y nos pareció un personaje bastante peculiar y raro. Después de reflexionar un poco con él, Carlos se hizo una pregunta en voz alta y con cara de preocupación: ¿Nos verán igual ellos a nosotros? En clara referencia al personaje tan “Friki” que nos habíamos encontrado saliendo de un túnel en bici a 3000km de su casa. No era el primero ni el último que nos encontraríamos.
Poco después de echar gasolina, Carlos se llevó la segunda multa del viaje por circular 40km por encima del límite. La multa (unos 30€) no pudimos pagarla porque no llevábamos moneda local. En cualquier caso, la policía de Rumania se mostró muy correcta y amable en todo momento.
El día continuaba y la ruta cada vez era más atractiva. Por fin llegamos a Sibiú, que nos pareció bastante bonita aunque nada del otro mundo. No entendimos muy bien el concepto de capital cultural, pero pudimos ver sus monumentos más característicos antes de partir hacia Sinashgora, un pueblo realmente bonito con su castillo, sus murallas y sus “hippies”. Y es que estaba lleno de “hippies”, con sus pelos de sobaco y todo. Finalmente no pudimos encontrar alojamiento en dicho pueblo y partimos 150km más en dirección a Georginhi. Fue la mejor parte de la ruta, una carretera muy bien asfaltada, con el atardecer a nuestras espaldas y con unas curvas que se metían entre los pinos y los árboles. Había momentos en que la frondosidad del bosque tapaba por completo la luz y parecía que estuviéramos en un túnel de colores verdes.

Brasof a Sibiú (primer intento)




Salimos de Brasof a primera hora en dirección a Sibiú, capital cultural europea (punto de referencia para nuestras ansiedades culturales). Decidimos tomar una carretera que atravesaba los pueblos más auténticos de Rumania.
La carretera en si, era bastante resbaladiza y llena de agujeros con lo que debíamos ir bastante atentos en todo momento.
Llegados a un cruce nos encontramos con unos motoristas rumanos que nos aconsejaron algunas carreteras y una ruta alternativa para poder llegar a Sibiú atravesando el pico más alto de toda Rumania.
La verdad que nos desviábamos totalmente de la ruta, pero decidimos que no podíamos saltarnos un sitio tan recomendable.

La subida fue realmente divertida, acompañados en todo momento de la más característica de las nieblas de las películas del Conde Drácula y de unos cortados realmente impresionantes.
La bajada fue un dolor. Tras atravesar el punto más alto y emprender el descenso comenzó a caer una “estupenda” tormenta. Por si fuera poco, la carretera estaba llena de agujeros, con lo que algún lumbreras del ministerio de obras públicas rumano decidió que lo mejor era tapar la carretera con arena y graba. Fue bastante divertido ver como practicábamos enduro entre camiones y furgonetas. Después de unos 30kms y viendo que las condiciones no mejoraban decidimos parar a comer en un hotel de carretera en el que finalmente decidimos dormir (no paraba de llover). Del Hotel mejor no hablar.
Esa noche la pasamos finalmente viendo una película en el ordenador de Fernando (la venganza de Don Mendo, un clásico del cine español).